Dos estudiantes de astrofísica y arquitectura entran en un bar de la Luna. Parece el principio de un chiste, pero a finales del siglo XX ocurrió de verdad y dejó una profunda huella en la cultura pop. En enero de 1998, Air publicó Moon Safari, un álbum que catapultó a Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel a lo más alto de la música electrónica. Se trataba de dos veinteañeros con un único EP previo, pero que destilaban la confianza y el pedigrí de profesionales experimentados. Godin y Dunckel estaban bendecidos con la capacidad de intuir canciones pop que podían cautivar, y de hecho lo hicieron, a los medios de comunicación: Moon Safari contiene un universo. Hoy, el legado del disco es canónico, pero en el momento de su lanzamiento, su éxito multimillonario estaba lejos de estar asegurado.

Al poco tiempo, la influencia downtempo de Air era fácil de detectar en todas partes. A través de Moon Safari, Air contagió a algunos de los grandes visionarios de finales del siglo XX - David Bowie, Madonna, Beck - e influyó en figuras destacadas de la nueva era, como Charlotte Gainsbourg, Kevin Parker y Sofia Coppola, cuya relación creativa con Air llegó a ser tan sinérgica como la de Angelo Badalamenti y David Lynch (otro fan). 25 años después, no es difícil ver por qué Moon Safari ha resistido el paso del tiempo. Es un entorno en el que quieres vivir para siempre. Es una revelación. Es una canción de conversación para un futuro mejor.